domingo, 1 de noviembre de 2009


Ratchus no se emborrachó, milagro que sólo ocurre en solsticios y en alineamientos estelares, Ratchus se quedó sano mirándose los dedos enmugrecidos por el trabajo, Ratchus durmió esa noche con el recuerdo de la única mujer que ama.

Tú estabas

Sentí tu presencia antes que llegaras.

Al darme cuenta de tu sombra,

discriminé las miradas.

Tú estabas.

Ese rincón nunca fue más bello

Tu pelo negro algo auguraba

Estaba opaco al principio

Luego brillaba.


Tú estabas.


Me fui lozano, sano.

Me fui con dolor de ojos

Me fui conmigo de la mano

Me fui porque tenía los ojos rojos.

Tú estabas.

Moraleja de cantina:

Casi nunca el amor se encamina,

hoy sólo puedo mirarte y verte bella de lejos,

mañana mi alma, mi corazón y mi mente me volverán viejo.

Ratchus

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