jueves, 16 de diciembre de 2010

Piraña matai, piraña mata



Al cruzar el río Ratchus dio mil gracias y muchos besos al lagarto que lo había ayudado, tanto a pasar el río como a otorgarle la confianza de que no lo mordería. Dispuesto el último beso sobre la piel acorazada del cocodrilo, este clavó sus afilados dientes sobre el pecho de Ratchus, lo último que él llegó a escuchar fueron las palabras de disculpas casi imperceptibles que se repitieron hasta apagarse: lo siento, es mi naturaleza, soy un lagarto.

No debí

No debí tomar de aquel río
levantando el agua con la mano cortada
no se sumerge la sangre que mana
en un cuenco lleno de pirañas.
No debí mirar bajo las piedras
buscando al alacrán que la condena
a ser una roca inerte que mata
aunque nadie la haya levantado.
No debí oler las flores de la mañana
sabiendo que el avispero estaba cerca
infestadas estaban de agujas
aquellos girasoles que si dañan.
No debí salir a cazar aquella presa
armado sólo de entusiasmo
es una condena anticipada
enfrentarse a una fiera de largas garras.

Pero bebí, busqué, olí y al animal me enfrenté
forzando la crepitación inminente
del cráneo que con sonrisas se alimentó
mordido, picado y cortado terminé
por hacer lo que nunca debí.

Ratchus

1 comentario:

  1. y para colmo no saciaste tu sed sobando tu lengua en el cuenco lleno de pelos con que pudiste recoger el agua.

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